martes, 18 de septiembre de 2012

El imperio eres tu



EL IMPERIO ERES TU (Javier Moro)

Siempre me había preguntado, por qué en nuestra Latinoamérica existe un intruso gigante tan diferente a nosotros, por qué no compartimos su idiosincrasia y lengua, por qué la apariencia física de sus habitantes dista tanto de la de aquellos nativos de territorios cruzados por Los Andes, por qué su música parece que sólo de escuchara y bailara dentro de sus fronteras, en fin, la lectura de éste libro con una narración exquisita nos va llevando poco a poco a responder todos esos interrogantes y muchos más.

Debo confesar que ignoraba por completo la existencia y profunda injerencia de un régimen monárquico en nuestro hermano Brasilero, y que en ése hecho residen muchas de las diferencias que hoy en día, más que separarnos nos complementan y nos causan admiración y orgullo.

A diferencia de lo acontecido con las colonias españolas, en donde fuimos gobernados por mandos medios que no se compadecían de su sed de riqueza y devastación, soportada en una supremacía sólo creída por ellos mismos, a Brasil llegó, huyendo de los Ejércitos Napoleónicos, el mismísimo monarca con su familia y su corte. Por lo que es fácil concluir que una cosa es un virrey mandado a administrar y dar cuentas de su territorio, y otra muy distinta es que el mismo soberano llegue a habitar la colonia, invirtiendo en ella, aplicando políticas económicas, fomentando cultivos,  dotándola de arte y cultura para él y los suyos.

Tal vez sea por eso que a lo largo del siglo XIX, mientras las colonias españolas daban a la par gritos de independencia con saltos al vacío, el Reino Brasilero, cimentado en la unidad, crecía y crecía, teniendo como límites, por el norte el Rio Amazonas, por el sur el Rio de La Plata, por el oriente el Océano Atlántico y por el occidente, al no haber un límite natural que frenara su crecimiento  se encargaron de penetrar y penetrar, “corriendo la cerca” en la medida en que los países transandinos no hacían presencia en dichos terrenos, pasándose por la faja el Tratado de Tordecillas y sus documentos posteriores.

El mensaje de unidad y grandeza inyectado a los brasileros por sus monarcas y emperadores, estaba totalmente conectado con la visión que de ese gigante tenían ellos y su pueblo, y es esa misma coherencia la que dota a Brasil del presente que hoy disfruta y que sin lugar a dudas le augura un futuro prometedor, tan amplio como su territorio mismo.

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