El hipnotista (Lars Kepler)
Interesante
forma de adentrarse en la sociedad sueca, esa que por décadas se nos ha pintado
como utópica e idílica, esa en la que no pasa nada, esa en la que la creíamos
que la mordedura de un perro era la principal noticia del día.
Leyendo
atentamente cada capítulo de éste libro, he de decir que el mal es connatural
con la esencia humana, que no por tener una economía boyante o unos servicios
que funcionan como un relojito, nos salvamos de los vejámenes y abusos de que
es capaz el ser humano. No salgo del asombro ante tanta arbitrariedad, ante
tanta violencia contra la mujer y contra la infancia; definitivamente es muy
triste constatar que ni en las sociedades más desarrolladas, estos seres están
protegidos de los atentados en contra de su dignidad, cuerpo y mente. Me apena
constatar que en ningún lugar del mundo mujeres y niños están a salvo.
Y
ni que hablar de la enfermedad mundial de la burocracia y la carencia de
sentido común de tantas personas, quienes por encima de los derechos de los
otros, ponen su dichoso formato, su dichosa constancia o su dichosa acta. Aquellos
que aún con la verdad al frente, se atreven a desconocerla porque no viene con
el lleno de los requisitos exigidos, y que convierten los mismos en
barreras infranqueables, puestas con el único fin de desgastar al ciudadano
hasta hacerlo desistir, por cansancio, de su reclamación justa.
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